sábado, 31 de octubre de 2015

Mamá

Dicen que madre no hay más que una, que una madre es la persona que jamás te va a fallar, que una madre siempre perdona, que el amor de una madre es incondicional y que uno siempre cree que la suya es la mejor madre de todas. Pero yo no lo creo, yo lo se, mi madre es la persona mas extraordinaria que hay en la tierra.

Me diréis que lo digo porque soy su hija, pero no es cierto, no conozco a nadie mejor que ella. A nadie capaz de hacer mil cosas diferentes y de hacerlas todas bien. A nadie que sea además de farmacéutica, modista, peluquera, diseñadora de interiores, organizadora de fiestas y mil cosas mas. A nadie tan cariñoso, dulce y amable como ella. A nadie que sea capaz de cuidarme como ella lo hace, ni de animarme en el peor de los momentos. A nadie tan generoso ni tan valiente.


Diréis que exagero porque es mi madre, que no soy imparcial, pero no es cierto. Ojala llegue yo a ser la mitad de buena de lo que ella es, la mitad de generosa, de cariñosa y de alegre. Con la mitad o incluso menos ya sería una madre maravillosa, con la mitad me conformaría, porque se que nunca podré ser tan buena como ELLA.

jueves, 27 de agosto de 2015

Palabras


Hay palabras tristes, palabras alegres, palabras bonitas y palabras aburridas. Y luego están esas palabras que lo cambian todo. Palabras que por separado no significan nada pero que juntas pueden cambiarte la vida. Que se dicen después de mucho pensarlo o que te salen solas, casi sin quererlo. Pero que una vez dichas ya no tienen vuelta atrás, y para bien o para mal lo cambian todo. Porque que importancia tiene la palabra quiero si la dices sola, la usamos mil veces al día: quiero ir al cine, quiero esto, quiero lo otro. En cambio, si delante aparece un TE, la cosa cambia. Porque un te quiero no puede dejarte nunca indiferente.


Igual que las palabras hay momentos que te marcan. Momentos que si te paras a pensar en ellos, han supuesto un cambio de rumbo en tu vida. Hay algunos que se ven llegar, como la primera comunión, la graduación del colegio o el día que eres mayor de edad. Pero luego están esos otros que pasan sin avisar, que te encuentras de repente y que sin darte cuenta en menos de un minuto lo cambian todo. Momentos especiales, en los que una sonrisa, o un gesto de alguien a quien quieres pueden hacerte ver la vida de otra manera.

jueves, 20 de agosto de 2015

Capítulo 2: Verano del 2000 (1)


No puedo mentir y decir que recuerdo la primera vez que vi Celanova, porque era demasiado pequeña como para acordarme ahora. Sin embargo, recuerdo la sensación que tuve cuando llegue, de paz, calma y tranquilidad absoluta. Como si en Celanova nada malo pudiera pasar, como si todas las desgracias y males del mundo no pudieran alcanzar aquel remoto lugar en las montañas de Galicia.

Si cierro los ojos puedo ver con total claridad cada rincón, cada calle y cada árbol de Celanova. Puedo recorrer la entrada al pueblo y la ermita de la Encarnación, puedo sentir las hojas bajo mis pies en la alameda y la sombra que proporcionan los ancianos y majestuosos álamos. Puedo tener cinco años otra vez y jugar en cada rincón del parque. Puedo recorrer la plaza paseando, sentarme en uno de los cafés del espolón y sentir la fría agua de la fuente salpicando mi cara. Puedo escuchar las campanas del monasterio repicar cada quince minutos y contemplar la imponente fachada, de color anaranjado y bañada por los últimos rayos de luz de la tarde. Puedo pasear por el frio claustro y disfrutar de la tranquilidad y el silencio que sus cuatro muros de piedra proporcionan. Puedo apreciar el olor del pan recién hecho en el horno, puedo oír a las personas del pueblo hablando con su encantador acento gallego. Puedo pasear por la piscina e imaginarme allí sentada bajo el sauce llorón que hay en la esquina. Puedo ver cada casa y tienda de Celanova.

Puedo hacer todo esto solamente cerrando los ojos, solamente cerrando los ojos puedo estar en Celanova como cada mes de agosto, puedo evadirme de todo e imaginar que estoy en el que es para mi el lugar más maravilloso del mundo.

Pero me estoy desviando, todo esto lo recuerdo ahora, pero no lo conocía entonces. Estoy segura aunque no lo recuerde bien, de que el primer verano en Celanova fue genial y contaba con la ventaja de que todo era nuevo y todo estaba aun por descubrir.

La primera tarde que pasamos en Celanova, no teniendo nada mejor que hacer, mi madre decidió que ir a la plaza a tomar una cerveza y que nosotros jugáramos por ahí, podía ser un buen plan para descansar del largo viaje de 8 horas que habíamos hecho para llegar a Celanova. Lo que ella no sabía era que esto se convertiría en una tradición que perduraría durante muchos años.


miércoles, 19 de agosto de 2015

Mamá


La más simple y sencilla de las palabras, la primera que aprendemos a pronunciar, es al mismo tiempo la de más valor, la más bella y la que más necesitamos. Porque si tener un amigo es un tesoro, tener una madre es mejor que todos los tesoros del mundo.
Es por eso que la primera palabra que aprendemos a decir la mayoría es mamá. Cuando aun no sabemos ni hablar, ni podemos tenernos en pie, cuando dependemos de otros y estamos completamente indefensos, somos capaces de pronunciar estas cuatro letras porque sabemos que la persona que responderá siempre va a estar dispuesta a ayudarnos.
Cuando somos pequeños siempre recurrimos a ella, ante cualquier problema o con cualquier logro que hayamos conseguido es ella la primera en saberlo, la primera en enorgullecerse de nuestras victorias y de levantarnos de nuestras caídas. Sin embargo, con la edad perdemos esa capacidad de apoyarnos en nuestra madre, creemos perder la necesidad de tenerla siempre junto a nosotros.

Algunos se dan cuenta y recuperan esa necesidad de tener a su madre cerca, otros en cambio llegan demasiado tarde. Pero nadie puede perdonarse jamás el no haber contado con la persona que les dio la vida, con la persona que mas les quiere en el mundo y la única que siempre va a estar ahí, con la persona mas importante del mundo.

Capítulo 1


Una imagen vale mas que mil palabras, esto es lo primero que vino a mi cabeza cuando encontré  aquella foto envejecida en el fondo de la caja de recuerdos que tenia cuando era pequeña. Esa foto fue el primero de una larga serie de recuerdos que guardaría para siempre, y es que de una manera u otra aquella niña de apenas ocho años sabia que las personas que aparecían en aquella fotografía marcarían su vida para siempre. Como decía, lo primero que pensé fue que una imagen vale mas que mil palabras pero instantes después recordé que yo nunca había creído en la veracidad de ese dicho popular, y una vez mas me demostré a mi misma que tenia razón, porque la historia que se escondía detrás de aquella simple imagen superaba con creces el valor de la misma. Y es que entorno a esa foto, amarillenta y envejecida por el paso del tiempo, giraba la historia de mi vida.
No se ni como ni porque llegue a tropezarme con ella esa tarde, precisamente cuando todo se acababa, cuando por fin se cerraba ese capitulo de mi vida. A pesar de todo, decidí llevármela conmigo para guardar siempre el recuerdo de las personas que me  ayudaron todas las veces que lo necesite, que se convirtieron en imprescindibles para mi y que, cada una a su manera, me cambiaron la vida para bien o para mal, aunque me gustaría pensar que fue siempre para mejor.
Todo empezó hace exactamente 26 años, 9 meses y 22 días cuando nací en el hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia. Era una niña completamente normal, no tuve ni demasiada prisa ni demasiado miedo por venir al mundo, así que nací cuando me tocaba ni antes ni después; tampoco se puede decir que hubiera nada extraordinario en mi aspecto físico (o eso me han contado) era rosa, suave, pequeña y bastante ruidosa y llorona como cualquier otro bebé del mundo. Por eso mi madre me dibujo en la planta del pie una “C” de Carlota, pues ese sería mi nombre, con rotulador, no fuera a ser que me confundieran con otro bebé del hospital y me cambiaran de familia.
La verdad es que me habría tocado una familia peor seguro, porque me resulta muy difícil imaginarme que pueda existir una mejor que la mía. Aunque esto es algo que casi todo el mundo piensa de su familia, me atrevería a asegurar, que en mi caso es completamente cierto.
Desde pequeña he tenido unos padres maravillosos que siempre han estado pendientes de mi, han sido cariñosos, me han dado todo lo que he necesitado y mucho mas, han intentando hacerme feliz siempre que podían o que dependía de ellos, han tratado de educarme incluso cuando parecía ingobernable y desde luego han puesto todo su empeño en que me convierta en una buena persona. Después de todos estos años, y a pesar de los defectos que tengo y de los errores que cometo como todo el mundo, espero haber cumplido sus expectativas y que puedan sentirse orgullosos de su hija mayor, “ su princesita”.
Como habréis podido adivinar tengo un hermano, un chico, mas pequeño que yo,  con el que si bien me he peleado hasta la saciedad y al que en numerosas ocasiones no soporto, en el fondo es una de las personas mas importantes de mi vida y una de las que mas quiero, porque al fin y al cabo es y siempre será mi hermanito. Se llama Mateo, aunque muy a su pesar, siempre le hemos llamado “Mateito” por aquello de que es el pequeño de la familia.
Y por ultimo, el hecho de que seamos una familia muy numerosa con cientos de primos y tíos, porque para mi no hay nada mejor que una comida familiar con 70 personas en la que todo es alegría, gritos de niños y ruido. Mucho ruido, creo que no seria capaz de vivir con una de esas familias tan tranquilas y sosegadas que hablan siempre sin levantar la voz y que jamás discuten, ni gritan, ni se pelean.
Apenas recuerdo nada de mis primeros años de vida, pues como buen bebé me dedicaba básicamente a comer, a jugar y a dormir. Cuando crecí un poco empecé a ir al colegio, bueno mejor dicho guardería, e hice mis primeros amigos. Y por fin, el verano en el que tenía tres años mis padres decidieron que era hora de que conociera Celanova, un pequeño pueblo de Orense en el que había crecido mi abuela, donde mi madre había pasado la mayor parte de sus vacaciones y que por lo que parecía iba a ser también donde yo pasara mis veranos.