martes, 6 de mayo de 2014

Un día en la biblioteca

   Libros, apuntes, libretas, carpetas, bolígrafos, estrés y mucho estudio; eso es lo que supone ahora para mí un día en la biblioteca, la imagen que se forma en mi cabeza cuando suena el despertador avisándome de que tengo que empezar de nuevo.
   Si hace unos años alguien me hubiese dicho que eso iba a ser así probablemente no le habría creído, si me hubiesen dicho que el sitio que para mi era el lugar mas maravilloso del universo se iba a convertir en una de mis peores pesadillas no me habría gustado escucharlo. Y es que para mi, la biblioteca era el sitio en el que mis sueños se hacían realidad, el sitio en el que había algunos talleres preciosos, en el que podía leer miles de libros, tantos como quisiera, e incluso llevármelos a casa para disfrutarlos allí. En definitiva era el lugar en el que me convertía en una princesa, una bruja, una niña con súper poderes, en un grupo de detectives y muchísimas cosas más.
   Tampoco es que lo que me toca hacer ahora esté tan mal, al fin y al cabo tiene sus partes buenas como todo: los descansos con los amigos, las comidas rápidas en el McDonald's de al lado, las bromas y las risas. Sin embargo, no puedo evitar recordar con añoranza aquellos felices sábados que pasaba sin preocuparme por nada y en los que lo único que tenia que hacer era divertirme, pasármelo bien y leer, no parar de leer.
   Gracias a aquellos sábados, a los libros que leía, aprendí a desarrollar mi imaginación, a vivir mil vidas en lugar de una, a creer en los finales felices y lo más importante de todo a disfrutar con la lectura, algo que todavía hago y que es lo que más me gusta.