La más simple y sencilla de las palabras, la primera que
aprendemos a pronunciar, es al mismo tiempo la de más valor, la más bella y la
que más necesitamos. Porque si tener un amigo es un tesoro, tener una madre es
mejor que todos los tesoros del mundo.
Es por eso que la primera palabra que aprendemos a decir la
mayoría es mamá. Cuando aun no sabemos ni hablar, ni podemos tenernos en pie,
cuando dependemos de otros y estamos completamente indefensos, somos capaces de
pronunciar estas cuatro letras porque sabemos que la persona que responderá
siempre va a estar dispuesta a ayudarnos.
Cuando somos pequeños siempre recurrimos a ella, ante cualquier
problema o con cualquier logro que hayamos conseguido es ella la primera en
saberlo, la primera en enorgullecerse de nuestras victorias y de levantarnos de
nuestras caídas. Sin embargo, con la edad perdemos esa capacidad de apoyarnos
en nuestra madre, creemos perder la necesidad de tenerla siempre junto a
nosotros.
Algunos se dan cuenta y recuperan esa necesidad de tener a su
madre cerca, otros en cambio llegan demasiado tarde. Pero nadie puede perdonarse
jamás el no haber contado con la persona que les dio la vida, con la persona
que mas les quiere en el mundo y la única que siempre va a estar ahí, con la
persona mas importante del mundo.
¡La primera palabra que aprendemos es "papá"!
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